Una mujer que no ayuda a otra mujer, va directa al “infierno”.

mujer hablando
Foto Canva

A veces pienso en todas las mujeres que he conocido en mi vida y no puedo más que darles de alguna forma las gracias, porque cada una, a su manera, me han enseñando y lo siguen haciendo con aprendizajes que por mí sola nunca hubiera entendido.

Esto me hace pensar que quizás de alguna forma se es menos mujer, sin una compañera al lado. Se es menos fuerte, menos amorosa, menos persona.

Creo que podría asegurar al 100%, que las mujeres nos necesitamos unas a otras. A veces, no solo para que nos hagamos bien, porque también hay mujeres que hieren a otras mujeres, pero creo que también les debemos dar las gracias, porque debido a eso, crecemos, aprendemos y nos curamos esas heridas que igual cargamos desde nuestros ancestros.

Nos completamos unas otras, no todas lo sabemos hacer todo y mucho menos bien. Somos auto exigentes, no lo podemos esconder y necesitamos de la sabiduría de alguna de nuestras compañeras, para sentir que a cada paso que damos, ese paso está bien andado.

Supongo que somos así, porque durante generaciones hemos entendido que la vida era mucho más dura para nosotras y o lo hacíamos bien, o se nos comían.

Nos hemos ido superando paso a paso, gracias a mujeres valientes, que se rebelaron y otras las siguieron. Aprendimos y seguimos aprendiendo de nuestras flaquezas, de nuestros errores, de nuestras derrotas pero también de nuestras victorias.

Hay una mujer en cada una de nosotras a la que escondemos y creo que todas lo sabemos. A veces han querido que calláramos cuando teníamos ganas de hablar, otras veces nos hicieron hablar cuando necesitábamos silencio.

Quizás ni nos acordamos de esa mujer que sigue ahí, esperando a que la miremos, a que la escuchemos y a que sencillamente, la amemos.

Deberíamos dejarla hablar cuando tuviera ganas, o llorar si estuviera triste, reírse a carcajadas, con o sin motivo. Deberíamos llevarla a bailar o tomarnos un café con ella. Dejarla vestirse como quisiera, aunque no le sentara bien. Deberíamos escucharla porque seguro tiene muchas cosas que contarnos.

Pero quizás hay una manera de dejar que esa mujer que somos salga a la luz. Y esa forma, es a través de otra mujer, cualquier otra mujer que nos encontremos en nuestro camino. Una, la más importante, la que nos dio la vida. Dos, las amigas, esas amigas de verdad, que aunque te separe la distancia, sabes que siempre estarán ahí para ti y tú para ellas. Tres, tus compañeras de trabajo, que a veces, con solo una mirada, puedes expresar todo lo que en realidad necesitas decir.

Esas mujeres también te necesitan a ti y por eso, si aprendemos a mirarnos unas a otras de verdad, sabiendo que todas escondemos partes de quiénes somos en nuestro interior por miedo o por vergüenza, entonces podrá salir a la luz la mujer que somos de verdad. Si aprendemos a aceptarnos unas a otras tal como somos, ese poder que llevamos dentro, va a ser imparable.

Y eso será bueno para cada una de nosotras, a todos los niveles, tanto personal como colectivamente.

Para mí el feminismo, no implica ir contra el hombre, implica, dar visibilidad a cualquier mujer y lo que necesite expresar, desde el apoyo mutuo, desde la aceptación y la solidaridad.

Creo que tendríamos que entender que también en este proceso necesitamos de los hombres, de esos hombres que son capaces de aceptar el espíritu femenino. De esos hombres, que igual que la mayoría de las mujeres, aceptan cualquier tipo de expresión que necesitamos compartir las personas. Siempre, eso sí, desde el respeto al otro, como persona.

He empezado hablando sobre dar las gracias a las mujeres de mi vida y he acabado hablando de feminismo, pero es que en realidad, para mí el feminismo es eso, dar valor a quiénes somos, seamos mujeres u hombres. Entendiendo nuestras diferencias, nuestras similitudes y nuestras rarezas como algo bello.

Está claro que siempre existirá el mal, que de una forma u otra aparece en algún ser humano, pero eso no debería separarnos, sino bien al contrario, ser una pretexto para unirnos y poder sentir que de alguna manera ese mal, se va a acabar.

Por eso, no entiendo ese feminismo que ataca a los hombres, ni a esos hombres que no comprenden que las mujeres necesitamos expresarnos, visibilizar nuestro miedo, porque lo tenemos. Que el hecho de gritarlo, no significa que vayamos contra ellos, sino, simplemente, que pedimos su apoyo, como las mujeres, apoyamos a los hombres desde que les traemos a la vida.

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *