Ser mujer

Eres hija, hermana, esposa, madre, trabajadora antes que mujer?.

Sientes el peso de cualquiera de esos títulos en tu vida?. Te levantas por la mañana pensando, hoy cuántas cosas tengo que hacer?. Cuál de esas funciones se me están acumulando en mi día a día?. Qué o a quién debería atender primero?. Qué estoy dejando para después?.

Estoy dejando de lado mis sueños? mis anhelos? mis deseos? o mis simples necesidades para satisfacer a las de los demás?.

Te has levantado alguna vez más cansada de lo que te acostaste?. Sentiste alguna vez que alguien te reprochaba que no eras suficientemente buena en cualquiera de esos atributos que nombré al principio?. Te dijeron alguna vez porque no llamabas suficiente a tus padres?, por qué no cuidabas mejor de tus hermanos?. Por qué no le dabas suficiente sexo a tu pareja?, por qué te olvidaste de comprar comida? o por qué no te acordaste de hacer eso o aquello?. Por qué no eres suficientemente fuerte? o al revés, por qué eres tan fuerte?. Por qué eres sensible? o por qué llorabas por semejante tontería?. O por qué no lloras y te ríes de eso?. Preguntas que se clavan en tu alma, porque sencillamente, no tienen respuesta.

Alguien alguna vez te pidió explicaciones por no hacerlo suficientemente bien? quizás tus hijos, tu pareja, tus superiores, tu familia?. Alguna vez te dijeron que lo que hacías lo podrías hacer mejor?. Te planteaste alguna vez que todo lo que seguramente te estaban reprochando eran funciones de esos cargos impuestos o auto-impuestos por el simple hecho de ser mujer?.

Alguna vez te riñeron por hacer mal la colada, no saber cocinar, no llegar a tiempo, no entregar tu trabajo a tiempo, por no tener la cama hecha o la ropa limpia?. Quizás, hasta las amigas te riñen por no cuidarte suficiente, si es que tienes, claro. O quizás también tienes amigas que se enfadan si no actúas como esperan de ti.

Si no llamas o no escuchas o no contestas como se supone que lo tiene que hacer una buena amiga o una buena hija o una buena madre.

Da igual lo que te esfuerces en tu vida, en cualquier aspecto, SIEMPRE habrá alguien al que no le parezca suficientemente bien lo que hagas.

La vida te va a abofetear. Una vez será a través de tus hijos, otras a través de tu pareja o amistades, otras de tu familia, otras por el trabajo. Da igual. La vida te va a doler. Y tú, como eres mujer, vas a llorar, pero te vas a levantar y lo volverás a intentar, una y otra vez. Está en tu ADN.

A veces no sabrás por donde te van a venir las bofetadas, pero no lo dudes, van a llegar y vas a llorar. Habrá veces que serás tú sola la que te vas a limpiar esas lágrimas. Otras veces, quizás, tendrás la inmensa suerte y tendrás a alguien al otro lado del teléfono, que va a quedarse ahí, esperando a que te sobrepongas, porque esa persona, sencillamente, te quiere. Y tú vas a aprender a valorar eso.

Aprenderás a amar de verdad a quién no te juzga, a quién sigue ahí, llores o rías. Aprenderás lo que es el amor de verdad, el que no duele, el que no juzga, el que te prefiere mil veces libre, que no derrotada o anulada.

Pero solo empezarás a entender quién te quiere de esa forma cuando tú hayas aprendido a hacerlo de igual forma contigo misma.

Entonces quizás algún día te darás cuenta que tú eres mucho más que todas esas cosas que he nombrado al principio, te darás cuenta lo que significa ser de verdad, una mujer.

Una mujer que quiere ser libre. Simple y sencillamente libre. Una mujer que es más, que sabe más, que vive más, que siente más, mucho más que cualquiera de esas funciones con las que disfrazó su vida.

Una mujer si no es libre, nunca va a poder ser mujer. Si una mujer no es libre, siempre será una simple marioneta de quién quiera manejarle los hilos.

Una mujer que no es libre, nunca va a poder vivir su vida con total autenticidad. Y acéptalo, quién no te quiere siendo libre, sencillamente, no te quiere.

Nunca podrás ser feliz si no eres libre, si no sabes quién eres, qué quieres o qué sientes. Y da igual como seas, como sientas, lo que desees, nada está bien o mal. Mientras nada te dañe, todo está bien.

No hemos venido a esta vida a servir, a hacer felices a los demás, no. Hemos venido a ser felices nosotras mismas, a brillar, a ser libres, a sentir lo que queramos sentir o nos dicte nuestro corazón. Y a compartirlo con quién quiera que se lo demos.

Ser mujer, para ser libre. Ser feliz, para ser mujer.

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *