¿Qué decides?
Nuestro inconsciente es un 95% de nuestra mente.
El programa que rige al inconsciente es el miedo, porque es el que te mantiene a salvo al estar alerta de los “peligros” a los que puedes estar expuesto, sean reales o imaginarios.
Si te consideras una víctima siempre vas a tener miedo.
Si le das el poder a otra persona, ella solo tendrá que generarte más miedo para controlarte.
Considero que el secreto está en ese 5% restante que es el consciente y lo que decides hacer con tu vida, a pesar del miedo y del programa que te guía en piloto automático y que vive en tu inconsciente.
Como dije ese programa está basado en el miedo, pero también está condicionado por las heridas emocionales de la infancia, las creencias que has integrado como únicas verdades y la necesidad de afecto, que como seres humanos tenemos.
Si decides sanar esas heridas, replantearte tus creencias y buscar en ti llenar esa necesidad de afecto sin esperarlo de los demás, puede que seas tú y no tus circunstancias las que decidan sobre tu vida.
Entonces, ¿qué hacer con el miedo? Comprender que es una emoción y como tal, las emociones solo cabe sentirlas para aceptarlas, comprender su mensaje, pero no dejar que sean ellas las que rijan tu vida. Es decir, si no quieres hacer algo por miedo, pero sabes que eso es para y por tu bien, lo haces con miedo, te guste o no.
El problema que he visto en mí en el pasado, y veo con otras personas, es que me creí al inconsciente y todo lo que conlleva, resignándome a mi realidad, sin hacer nada para cambiarla, y eso te condena a una vida mediocre o llena de infelicidad.
Pero todo se trata de tomar una simple decisión, amarte y tomar las riendas de tu vida, devolverte tu poder personal, el que es libre de condicionamientos externos y el que sale de tu corazón, que es bueno contigo y con los demás.
Decide, aunque sea con miedo, tomar acción y sanar tus heridas, evaluar tus creencias y no buscar afuera ese amor que te debes. Cuando lo consigas, comprometiéndote contigo cada día, aceptando que este trabajo es para el resto de tu vida, que tienes que hacer cosas por y para ti, entonces ganas la partida, aunque el resultado no sea el esperado, pero al menos, habrás vivido amándote de la mejor forma que sepas y puedas desde tu libertad personal, sintiendo que se trataba de tu vida y no la de los demás.