Las Tres Reinas Magas.

Foto de Dazzle Jam

Ahora que se acerca la festividad de los Reyes Magos, me gustaría hacer una pequeña reflexión.

Eran 3, los Reyes Magos, eso ya lo sabemos todos. A veces, algunos Ayuntamientos, cambian algo de esa tradición, vistiéndoles de otra forma…otras veces, algunos partidos políticos, cambian el color de alguno de esos reyes.

Muchos ponen el grito en el cielo, tanto por una cosa como por otra.

Pero el tema, aunque la tradición habla de que eren 3, es que siempre se ha considerado que fueron hombres, en ninguna cabeza se debió aceptar que pudiera haber alguna mujer, o que quizás fueran todas.

En la sociedad actual, muchas mujeres se encargan de hacer también esa noche especial. No digo que más que los hombres, aquí no se trata de matemáticas.

Tampoco pretendo abanderar ni poner el grito en el cielo porque la tradición siempre ha considerado a los Tres Reyes Magos, hombres.

Solo digo o intento plasmar la realidad, la noche de Reyes es muy importante para los niños. Es una noche en que muchos hombres y mujeres, se confabulan para hacer creer a los niños que viven aún, en un mundo mágico y especial.

Siempre he pensado que las tradiciones se pueden cambiar, mejorar, modificar, adaptarse a los tiempos y a nadie tendría que molestar eso.

Y hoy, vivimos tiempos en que necesitamos que las mujeres tengan más visibilidad en los lugares que representan poder, aunque sea un poder «mágico».

Sería bonito ver a una Reina Maga y que nadie se rasgara las vestiduras por ello. Las tradiciones no se deben imponer, no deberían ser inamovibles, ni fijas, ni perennes, ni convertirse en algo que nunca se pudiera modificar.

Hoy en día, el trabajo de las mujeres es tan valioso como el de los hombres. Que diga esto tampoco significa que no valore el trabajo de los hombres, que a ellos quizás se les de mejor domar camellos o seguir las estrellas, puede ser :), pero quién dice que una mujer es incapaz de hacer lo mismo?, nadie puede decirlo.

Creo que como sociedad, no nos debería importar poner a una Reina en el lugar de algún Rey o cambiarlos todos, también. O quizás un año que salieran las Reinas y al otro los Reyes. Porqué no?

Quizás así no se infravaloraría tanto el trabajo de una mujer, porque siempre he pensado que una parte del verdadero problema es ese, no valorar de la misma forma el trabajo, sea hecho por mujeres que por hombres.

Las mujeres, como los inmigrantes, estamos relegadas a hacer trabajos que la mayor parte de veces, un hombre no quiere hacer. Tenemos que ser sinceros, hay mucha realidad de eso en nuestro día a día que lo corrobora.

Si una sociedad permite y defiende esa postura, las mujeres no tenemos nada que hacer. Van a seguir perdiendo, algunas hasta la vida, porque a algunos hombres, la libertad de ser quién se quiera ser, les vaya demasiado grande y se porten como verdaderos cobardes, matando a sus mujeres.

Además, de verdad, a un niño eso le afectaría, le afectaría ver a una mujer como Reina?. Yo creo que no, quizás así, vería a su madre de igual forma. Quizás así, aprendería a valorarla más, como la mayoría hacen con sus padres. Quizás entendería que sus padres son los verdaderos Reyes, los que le cuidan, tanto el padre como la madre, día a día, de igual forma. Que lo aman con la misma intensidad, porque tanto el padre como la madre están al mismo nivel, tanto fuera como dentro de casa y que su amor vale lo mismo que el respeto que se tienen a cualquiera de esas dos figuras, la materna y la paterna.

Por eso, yo para esa noche, pediría que en algún lugar del mundo, los Reyes Magos descansaran este año y salieran en su lugar, Tres Reinas Magas, con sus camellos y siguiendo a la estrella de sus sueños, para decirle al mundo entero, que las mujeres también sabemos domar camellos y seguir a nuestros sueños para llegar a nuestro destino.

Y que eso, no diera paso a nada más que una alegría conjunta, que no generara más odio, porque de eso, vamos sobrados.

Los niños se sorprenderían pero dudo mucho que eso les molestara, ellos solo esperan nuestro amor en forma de regalos, pero en definitiva, nuestro amor, venga tanto de un padre como de una madre. La inocencia verdadera no entiende de colores ni de género.

Quizás los adultos deberíamos aprender más de los niños, o quizás simplemente, nunca deberíamos de dejar de serlo y así, entenderíamos más de amor y menos de miedo.

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