Compartir tu soledad.
La soledad, ese lugar al que quizás has llegado por obligación o por elección.
Un lugar donde si aprendes lo que tiene para ti, puede convertirse en algo hermoso. En la soledad puedes encontar silencio, ese silencio que necesitas para hacer callar a todas las voces externas. Para aprender a escucharte de verdad. Colocar de nuevo todo lo que mientras no estabas sola, se te descolocó, o permitiste que otros lo descolocaran o porque lo desordenaste tú misma.
Es ahí donde entiendes que todo puede estar bien, ahí no necesitas decir, ni hacer, ni ser como se supone que debes ser o hacer. Ahí, nadie te va a juzgar, nadie va a decirte lo que está bien o mal, solo tú y te vas a dar cuenta que solo ahí eres realmente libre.
En ese espacio y momento, siempre tienes dos opciones, culparte por estar sola o aprovechar esa oportunidad y quererte.
Quizás necesites aprender algo o, quizás simplemente no entiendas nada, pero ahí, nada debería doler, ahí podrías pensar, decir, sentir lo que sea que necesites sin sentir que eso vaya a decepcionar a alguien, ni a ti misma tampoco.
Mientras estás sola, aunque estés aterrada, porque quizás no quisieras estar ahí, puedes escuchar lo que la vida te está diciendo que sea que necesites. Quizás solo necesitas una tregua, quizás necesites entender que eres a ti a quien más tienes que amar o quizás necesitas aprender a aceptarte tal y como eres, con lo bueno y con lo malo, en la salud y en la enfermedad, porque solo la muerte va a separarte de quién eres ahora, así que lo mejor que puedes hacer, es amarte tal y como eres.
Sé que me repito, pero es que creo que la soledad no es mala, somos los humanos que la vemos como algo negativo.
Mirarla cara a cara, para verte reflejada en ti, de la forma más honesta posible y así poder sentirte con y a través del reflejo del amor.
Te aseguro que si no lo permites, en la soledad nadie te va a dañar, vas a aprender a no hacerte daño a ti misma, vas a aprender a escuchar lo que tu corazón necesita a través del silencio, vas a aprender a vivir, o al menos, a empezar a soñar con la vida que realmente quieres, porque, habrás aprendido a saber quién eres.
Hacer de la soledad tu aliada no es de cobardes, apartarte de lo que te daña no es de cobardes, es un acto de amor hacia ti misma, para recomponerte, para sanarte y para valorarte.
Hay personas a las que nos duelen las relaciones con los demás, nos afectan, porque queremos a esas personas y no pueden entender, que a veces, una simple mirada o palabra o acto, nos duele.
Para mí la soledad, siempre fue refugio, pero antes, era un lugar donde sólo hacía que culparme por no saber, por sentirme diferente porque ciertas cosas me dolían y se suponía que no debían doler, pero ahora me he dado cuenta, que yo misma o la vida siempre me ha llevado a esos momentos, o días o tal vez, toda una vida en la que sentirme sola se ha convertido en mi paraíso.
Por eso, creo que le debo a la soledad, mis más sinceras disculpas, sentirme sola, estar sola, es algo bueno, posiblemente me ha salvado de muchas cosas, no sé si buenas o malas, pero sigo en pie y por eso, hoy tenía ganas de escribirle a ella, mi eterna amiga, la soledad.
Quizás algún día el hecho de sentirme sola lo pueda compartir con alguien que me acepte de la misma forma como he aprendido a aceptarme a mí misma.
Y lo mejor de todo es que cuando aceptas tu soledad, dejas de sentirte sola. Dejas de sentir miedo a esa sensación y dejas de avergonzarte de ti misma.
Si yo puedo, tú también podrás.